Se perdió la novena




¿Cuál podrá ser el nexo que une la primera imagen con la segunda? ¿Y ésta con la última?
Buen viaje de conocimiento.

Testeo del principio de la ficción hipertextual "El tesoro olvidado al viento"


Os presento una pequeña parte, un boceto, de “El tesoro olvidado al viento”, una ficción con imbricaciones en la realidad de un cercano pero incierto futuro y desarrollada a través de una estructura convencional: con su planteamiento, momentos de tensión e incertidumbre que abocan al nudo de la trama y su, más o menos, feliz desenlace.
Pero no haría falta pediros ayuda si no se tratase de una propuesta, de un juego que necesita probar su eficaz lectura; en este caso, por lo que no tiene: narración.
El hilo argumental de la historia que os propongo se halla oculto en la red; los personajes, escenarios y hechos ocurren y existen sólo en la medida en que el lector es capaz de sacarlos a la luz. No se apoya en narración alguna. En esta obra experimental, la narración aflora en manos de la sagacidad y el interés del lector. Sin su búsqueda, sin su intuición para atar cabos, descartar y decidir caminos, ni la ficción ni la realidad a través de ella descubierta suceden.
Un viaje hipertextual que espero no sólo os sea entretenido si lo iniciáis, sino que, además, os lleve por derroteros de conocimiento que resulten, cuando menos, novedosos. Un paseo que, como toman distancias los groenlandeses, no os ocupará ni medio sinik (sueño).
Todo empieza aquí, precisamente en este momento y exactamente en este lugar. Buen viaje.
78°54′N 18°01′E / 78.9, 18.017


[Para probar que habéis llegado al final de esta primera parte, escribid un comentario a esta entrada con el nombre del extraño profesor en Historia Medieval que escribe un email al que, parece, será uno de los protagonista de la ficción]

[También se pueden realizar comentarios en twitter bajo la etiqueta #Berlanaz]
Muchas gracias por vuestra atención

Caminos del deseo


Seguimos por el sendero marcado hasta que, llegados a un punto, descubrimos que nos viene mejor, por atajar o porque nos facilita el itinerario hasta nuestro destino, continuar a través de la hierba. Con el tiempo, un nuevo camino, formado por el paso de otros viandantes erosionando el césped, se forma en el parque: un camino del deseo.

De la misma manera, durante un tiempo, el camino marcado por el mercado y las empresas dirigen nuestra actividad consumidora y productiva. Pero, poco a poco, y cada vez el tiempo pasa más aprisa, nuevos senderos en busca de eficiencia, funcionalidad y adaptabilidad van creándose con la aportación de los usuarios y creadores.

Si los lugares fueran ordenados con módulos móviles que se adaptarán a las necesidades de paso de sus habitantes, tendríamos una animada secuencia de pequeños ajustes constantes, donde las calles se harían más o menos anchas según las horas y el césped del parque, en lugar de alfombra sobre el solar, sería fluido verde y viscoso en torno a los pasos de quien lo disfrutase.

Hay indicios para intuir que aquello que hoy debe ser programado para el futuro podrá, en ese mismo futuro no lejano, moldearse en tiempo real en base a las necesidades de sus ciudadanos, como un termostato de morfologías arquitectónicas o estrategias políticas; el mundo entero perderá su carácter inmóvil, sólido y tangible, debiendo adaptarnos a ese ambiente blando con nuevas herramientas y procesos.

No lo pienso yo solo: Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, comenta en este artículo, escrupulosamente traducido por José Antonio de la Riva para Anatomía de la Edición, cómo serán los libros en el futuro. Y estoy de acuerdo con él: serán lo que queramos que sean, estarán allí hacia donde dirijamos nuestros caminos del deseo.
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